viernes, 14 de marzo de 2014

Capítulo 4: Preocupaciones

ADVERTENCIA:Contenido psicológico, no me hago responsable de los posibles traumas que pueda causar, avisados os habéis quedado. (Esto ya es repetitivo XD)
Siento MUCHÍSIMO el no haber escrito en tanto tiempo aquí D: pero volví e intentaré sacar un capítulo cada mes -w- (les recuerdo que mi tiempo es muy limitado así que si hay suerte podré hacer dos).
Sin más dilación, comencemos :3
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—¡Vaya! Creo que es hora de sacar la basura—dije, con una sonrisa inocente y un rastro de sangre por todo mi cuerpo. Cogí dos bolsas de basura grandes, que se encontraban en una esquina del salón junto a un sillón de color blanco polvoriento y con restos de ese líquido carmín. Metí los cadáveres dentro de cada bolsa, sumando sus órganos y restos de piel. Cuando terminé, revisé mi aspecto, no podía salir así ha la calle, así que dejé las bolsas donde estaban y subí con rapidez las escaleras, con la intención de meterme en el cuarto de baño. Un cuarto de hora después, ya estaba lista para sacar la suciedad, cogí nuevamente las bolsas y salí de la casa con cuidado de que nadie me viera—. Perfecto—pensé con una sonrisa satisfactoria. Mientras caminaba, la gente me miraba con extrañeza y con cara de asco—. ¿Qué pasa? ¿Es qué a caso no han visto nunca a nadie llevar unos cadáveres al vertedero? Menudos raritos—pensé un tanto molesta. Veinte minutos después, llegué al lugar donde se echaban los desperdicios. Me preparé para dar el impulso y tiré las bolsas con brusquedad—. Adiós, imbéciles—me despedí con una sonrisa malvada. Di media vuelta, andando con una sonrisa bastante peculiar de camino a casa

                                                               _***_

—¿Cómo te salió el examen Sonic?—preguntó el equidna rojo con curiosidad.
—Me ha salido bastante bien, lo más probable es que apruebe—respondí despreocupado con las manos en la nuca.
—Yo no estoy muy seguro de que me haya salido muy bien—interrumpió inseguro el pequeño zorrito amarillo.
—¡Vamos Tails! ¡Siempre dices lo mismo y acabas sacando las mejores notas de la clase!—exclamé un tanto fastidiado.
—Pero...—Replicó—. ¡Ni peros ni que ocho cuartos! ¡El examen lo has aprobado con buena nota fijo!—le recalcó el chico de ojos violeta. Tails se abstuvo ha decir algo y se limitó sólo ha mirar el cielo.
—Me tengo que ir ya chicos, mi estómago necesita chili dogs. ¡Nos vemos mañana!—dije mientras comenzando a correr en dirección a casa. En cuestión de segundos, llegué a casa, ya podía saborear esos deliciosos chili dogs en mi boca.—¡Ya llegué mamá!—saludé. Al ver que no había respuesta decidí acercarme hacia donde estaba—. ¿Ocurre algo mamá?—le pregunté preocupado.
—Sé que es una estupidez pero... Tu padre aún no ha vuelto y estoy preocupada por él—contestó triste y con la mirada baja.
—¡No te preocupes mamá! Sabes que papá es policía y no siempre puede estar a la misma hora, hay algunos casos que son bastante largos y que necesitan tiempo, así que tranquilízate—la animé, cosa que conseguí.
—Tienes razón hijo, no debo de estar triste por eso—la eriza morada se levantó de la silla con decisión y con una gran sonrisa—. ¿Qué quieres comer hijo?—me interrogó dulcemente.
—Quiero una gran ración de chili dogs—le pedí, sacándole una risa.
—Nunca cambias Sonic—comentó riendo con ternura.


                                     Continuará...